Dentro del inmenso mundo editorial, la poesía nunca ha sido un género de excesiva importancia para el mercado; incluso en sus mejores tiempos, ni por nivel de ventas ni por calado popular ha competido en la misma liga que otros géneros más populares (y rentables) como la novela o el ensayo.
Sin perder todo esto de vista, es evidente que se han producido numerosos cambios en el sector y que la poesía ha tenido que aprender a reinventarse y buscar nuevos nichos de mercado, nuevas formas de edición y distribución y nuevas formas de plantear el negocio para poder subsistir siendo un género, en principio, minoritario.
Sobre todo esto y mucho más se debatió en la mesa redonda del miércoles 4 de octubre Los problemas de la edición de la poesía, ¿una crisis permanente?, organizada por la Federación de Gremios de Editores de España en el marco de la feria editorial LIBER.
Moderada por Emilio Torné, editor de Calambur Editorial, y con la presencia de tres destacados editores y un popular poeta y cantautor, supuso un interesante encuentro entre dos generaciones de profesionales dedicados a la poesía. Por un lado, la generación más joven: Elena Medel –poeta y editora de La Bella Varsovia– y Marwan –poeta y cantante–. Por el otro, una generación con mucho más recorrido: Jesús Munárriz –poeta y editor de Hiperión– y Aberlardo Linares –poeta y editor de Renacimiento–.
Los siguientes son algunos de los aspectos más relevantes que cada uno de ellos quiso resaltar en sus intervenciones:
Elena Medel, «única trabajadora» de La Bella Varsovia, destacó la importancia de editar a autores y no sólo libros sueltos, ante lo cual afirmó que apuesta siempre por intentar reeditar los libros antiguos de los poetas que se unen a su editorial. Señaló como imprescindible para el negocio el trabajo «casi diario» con librerías (sobre todo independientes) y el hecho de acompañar a los y las autoras continuamente en lo que hacen: salir a buscar lectores, actuar como una suerte de «gestora cultural» con y para ellos.
Para Elena, el mayor éxito a nivel de negocio no es solo lograr un alto número de ventas en las primeras semanas de lanzamiento de un libro, sino aguantar la devolución de las librerías y conseguir que estas apuesten por sus libros incluso si no los venden en el boom del principio. Como editora, afirmó que cree también en el poder de las reediciones, y señaló que tiene como costumbre reimprimir ejemplares de prácticamente todos los libros cuando se agotan.
Elena se mostró muy partidaria del uso de las redes sociales como arma de promoción y de compartir contenidos gratis en Internet de los poemarios de su editorial: según su experiencia, no solo no afectan negativamente a las ventas sino que suelen ser síntoma del buen funcionamiento comercial de un libro.
Finalmente, destacó como clave la importancia de las bibliotecas como formadoras de lectores, y apostó por la necesidad de planes de fomento de la lectura y mayor financiación para la cultura por parte del Estado, más que por ayudas y subvenciones individuales al sector.
Jesús Munarriz, poeta y editor de Hiperión, habló de las dificultades añadidas de gestionar una editorial con «más de 800 títulos y más de 40 años» de antigüedad. En este tiempo, Jesús ha sido testigo del crecimiento exponencial del número de poetas, muchas veces aupados por nuevos medios de difusión ligados a Internet como las redes sociales. Al igual que Elena, defendió la idea de que difundir contenidos por cualquier medio siempre es algo bueno para las ventas, señalando que la gente que lee poesía al final compra de todas formas el libro físico porque «le gusta tener el libro: leer y releer».
Paradójicamente, señaló que cada vez se destina menos espacio y cobertura a la poesía en medios de comunicación, pero que el hecho de compartir contenidos de poesía gratis en la red ha sido importante para la supervivencia del sector.
A tenor de la presencia de Marwan en el debate, Jesús señaló que no es habitual que un poeta tenga tantos seguidores como él, que se trata de casos muy excepcionales, y que quitando algunos autores muy concretos, la duración en el mercado de los libros de poesía es muy efímero, pues desaparecen rápido de las librerías. A esto hay que añadir que los grandes grupos de comercialización se alimentan más del catálogo de las grandes editoriales y lo priorizan en sus establecimientos sobre el de las pequeñas editoriales como las de poesía.
En cuanto al papel del ente público, Munárriz destacó que el Estado no sólo no invierte en poesía, sino que apenas lo hace con nada relacionado con la cultura.
Por su parte, Abelardo Linares, de Editorial Renacimiento, comenzó hablando del problema básico de la industria cultural en la actualidad: más del 70% del mercado editorial está concentrado en dos grandes grupos empresariales. Esta monopolio comercial de la industria ha priorizado la vertiente de negocio, haciendo que las librerías y cadenas de distribución, al final, no apuesten por los títulos de calidad sino por los más vendibles y que más apoyo editorial tienen. En este sentido, Abelardo afirmó que hoy en día se cuida mucho más al lector generalista que a la gente «muy lectora».
Sumado a este problema sistémico, Linares destacó una serie muy importante de dificultades que vienen añadidas en el caso de las pequeñas editoriales, como el hacer frente a costes de diseño y maquetación o la difícil colocación en librerías frente a la fuerza de las grandes editoriales. A este respecto, el editor de Renacimiento dejó claro que las pequeñas editoriales sobreviven gracias a las nuevas tecnologías, a la posibilidad actual de editar e imprimir a pequeña escala y a las facilidades de difusión de las obras a través de Internet y redes sociales.
Preguntado por el papel del Estado, Abelardo fue especialmente crítico, calificando el comportamiento del ente público hacia las editoriales de «maltrato». Señaló que los premios literarios y las subvenciones no funcionan y deberían ser replanteados. Siguiendo con el mismo argumento, afirmó que las bibliotecas no tienen nunca presupuesto para nuevos libros y denunció la increíble situación de editoriales de poesía que tienen que regalar sus libros a las bibliotecas para poder estar en ellas.
Como posible solución a esta ausencia de apoyo público, Linares propuso que el estado esté obligado a realizar una compra mínima de ejemplares (50, por ejemplo) a todas las pequeñas editoriales para distribuir geográficamente entre sus bibliotecas.
El famoso cantautor Marwan comenzó hablando de su breve experiencia como editor al frente de Editorial Noviembre, compañía fundada por él mismo hace unos años para auto editar sus primeras obras. Sobre este tema, señaló que su experiencia es distinta al del resto de pequeñas editoriales, pues fue una empresa creada ad hoc para dar respuesta a una demanda de publicaciones que él ya tenía de su público. En su caso, la editorial tuvo un alto nivel de ventas y mucho respaldo popular –especialmente gracias a Internet–, pero Marwan decidió cerrarla al encontrar un editor más grande para sus obras y por no tener tiempo para seguir gestionándola.
Marwan también destacó la importancia clave de Internet para la poesía actual, afirmando que las redes sociales son «la publicidad básica» de todo poeta y toda editorial. Internet, por tanto, ha sido un factor muy positivo para el mundo editorial en la medida en que ha proporcionado acceso a casi cualquier persona a la posibilidad de editar y auto publicitar sus obras, y a conocer masivamente las de otros artistas.
Sobre el papel del Estado, el cantautor fue categórico al señalar que el gobierno desprecia la cultura por completo y que es imprescindible el activismo cultural: pasar a la acción y crear espacios literarios y musicales, no dejar de crear, buscar nuevos públicos, promover la cultura por cualquier vía. En este sentido, alabó la imparable actividad de Elena Medel al frente de La Bella Varsovia, por no cesar nunca de promover la poesía de sus autores en cualquier espacio.
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