María García Díaz (Pola de Siero, 1992) es graduada en Física por la Universidad de Oviedo y Máster en Información cuántica por la Universidad de Ulm (Alemania). Actualmente realiza estudios de doctorado sobre la coherencia cuántica en el Grup d’Informació Quàntica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Además de física también es música, habiendo formado parte de la Orquesta de Cámara de Siero y la Universitätsorchester Ulm. Entre sus pasiones se encuentran las lecturas filosóficas y la poesía. Su primer poemario en castellano, Espacio Virgen, obtuvo el XVI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven en el año 2015. Posteriormente escribió Llírica Astraición (Saltadera, 2016) y ahora nos encontramos con su tercer poemario, Suave la Matriz (Saltadera, 2018).
En esta última obra aborda una perspectiva de la realidad en clave posmoderna que nos presenta en cuatro secciones diferenciadas: El cuerpo, Los nidos, El esmog y Las prójimas. Todo ello, parcelas de la realidad individual, se ve englobado en una matriz, en una suerte de matrix cuestionadora de la verdad y el absoluto. La autora nos presenta la realidad como un caleidoscopio, en el que cada una de las visiones es una cara del prisma que compone el mundo, contraponiéndose a la búsqueda de una verdad absoluta y universal en un mundo que entiende como constructo. El poemario aborda los sentidos y la percepción del mundo que nos es propia a cada persona.
Cada una de las secciones antes citadas del poemario corresponde con una parcela de la realidad y una construcción social determinada: el cuerpo, como objeto y como constructo más allá de la propia piel.
IMAGINA
i.
un mundo tangible:
imagina
lagunas de agua verde
cárcavas de terracota
cuerpos de carne
biologías de sosiego
Los nidos, representantes de los refugios, las guaridas, los hogares en los que buscamos cobijo y sin los que nos sentimos perdidos;
iii.
no soy digna de que entres en mi casa
la madurez de tus ojos
es un campo de trufas dorado
me miras como mira
una cárcava de terracota
te ha hecho la tierra
te ha hecho fiel y fértil y robusta
tu vientre es un valle de sicómoros
no soy digna de que entres en mi casa
pero has separado la mano de la cerveza
y me has acariciado
El esmog, los gases contaminantes que nos rodean en la ciudad, representan la cultura invisible que nos ahoga sin darnos cuenta, el obrar sin percibir hasta qué punto nos ahogamos con la atmósfera irrespirable, hasta qué punto conocemos y comprendemos como normal en nuestra vida la contaminación-cultura consumiéndonos;
mi amada está llorando en el diván
mientras, fuera del bar donde la espero
la atmósfera empatiza
y se derrama
naciendo charcos como individuales
cárceles
de azúcar
y yo, en la infinita beatitud de los insomnes
activo la pátina
de agua tierna sobre los ojos
al pensarla niebla
al saberla desvaneciéndose como los enfermos
cometas desnutridos
otra hija que se escapa
lo llamo amor porque claro qué podría
si no merecer tan alto nombre
mi amada ha dejado de llorar y viene
qué tienes, me pregunta
. mas cómo ser murmullo del abismo
. Clara Janés
Las Prójimas, término en femenino intencionado, hace alusión al concepto filosófico de la alteridad, la construcción del yo en base al otro, término de importantes connotaciones feministas, además de la construcción del todo, la matriz, raíz del mundo.
lo fatal aguarda
la construcción de nueva matriz
matrix
de potencialidad-vientre
agazapada entre el petróleo
de un abrigo de plumas
negro el cabello negro el flequillo negro
la tragedia me mira con sus ojos
que son almendras
apocalípticas
la matriz no se detiene, prolifera
como un rizoma de algas ávidas
me morderá una voz
me morderá una cavidad llena de lengua
y futuros
una superposición eterna de sus ecos
seré corza amarrada a mis descargas
Toda la obra se expresa en un mismo tono que podríamos decir casi musical, en el que encontramos perspectivas que forman el caleidoscopio-realidad de la autora, mezclando la filosofía, la música, la ciencia. Con la intuición rítmica que cierran sus poemas, María García nos presenta la realidad compleja y los sentidos múltiples, casi sinestésicos, con los que percibimos el mundo. Sin embargo, cabe añadir que desde la perspectiva en la que la autora analiza el mundo, se representa una reconstrucción del constructo, una suerte de deconstrucción responsable. Asumir que no existen absolutos ni verdades no se presenta como una postura destructiva irresponsable sino como una reivindicación de cambio, añadiéndole una pincelada política al libro que cierra de esta forma un círculo de crítica con sentido.
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