Athanatos, de Samuel Isaac R. R. (Mieres, 1996), es un poemario poco habitual que combina 23 piezas en castellano e inglés con una colección de 14 fotografías titulada Si un sólo dios supiera bailar, además de un breve y cuidadoso anecdotario narrativo.
«Es amarga la belleza, lo supe en cuanto te vi» — el autor demuestra, al igual que Baudelaire, que apenas puede concebirse belleza privada de melancolía. Su lírica es un gran estallido de contradicciones internas en imágenes y sensaciones, como la vida misma. Puede añadirse una indómita fuerza y una decrépita visceralidad. No se trata de un realismo sucio: Es un tira y afloja constante entre el preciosismo en la inmundicia y la inmundicia del preciosismo. A base de insospechados epítetos, se moldea un corpus sinestésico de náusea y vértigo, que hiede a pólvora, ceniza, y ascuas.
Existe una distribución a nivel teórico y estilístico cuyo creador denomina Caja Metafísica, que hace ver los poemas a modo de auténticas sopas de letras o manchas de palabras, conformando este poemario bífido. Torres imponentes a medio camino entre el caligrama y el juego de Jenga, como si un conflicto apocalíptico hubiera asolado las metrópolis del mundo, dejando tras de sí colosales estructuras llenas de agujeros. Un hecho arriesgado, pues en él se entrevé el frágil equilibrio de un cataclismo en ciernes.
Un marco para la inclusión de la estocástica: La primacía del azar aparece contenida en una forma cerrada, semejante a lo que ocurre en el vacío cambiante que definen las esculturas de Oteiza. La Caja Metafísica dota de unidad al conjunto, posibilita un verso libre (cuya medición ya no es visual, sino rítmica) y dinamiza la lectura mediante orientación visual. ¿Apunta esto a un fetiche de autor, firma individual reconocible, innovación formal estricta…? Los huecos gozan de tanta importancia como el espacio ocupado, y al igual que el dodecafonismo en Webern, el silencio cobra tanto o mayor protagonismo que las notas que enmarca.
Como cualquier autor cultivado, Samuel Isaac R. R. escoge sabiamente sus influencias literarias: Puede apreciarse el sello minimalista de su tocayo Samuel Beckett, un surrealismo de fuerte inspiración francesa, americana y escandinava (Paul Éluard, E. E. Cummings y Thomas Tranströmer, principal y respectivamente) y un ritmo imperante que a más de uno recordará a la uruguaya Ida Vitale. Sus imágenes son casi intemporales, si exceptuamos el gusto por las vanguardias y el imaginario del jazz. En cuanto a producción, ha escogido la autoedición low-cost y tiradas pequeñas, rehuyendo del mercantilismo: En el momento en que se escriben estas líneas, Athanatos es gratuito, y lo será hasta nuevo aviso.
Como último apunte, conviene subrayar que la colección fotográfica, Si un solo dios supiera bailar, no es otra cosa que la espina dorsal a nivel conceptual del poemario, y en ella reside su principal significación: La danza (y su esencia, el dinamismo) es lo único que no puede morir. Toda ella sugiere un flujo perpetuo e inexorable, incontrolable, mutable e intangible a la cual sólo podemos armonizarnos a su movimiento. Athanatos es un ensayo sobre lo efímero, como su producción, lograda en tiempo récord para retratar un momento de unísono con el cambio. Intenta capturar la armonía de lo anecdótico dentro del eterno retorno, y para ello reducirá su expresión al mínimo y abrazará la esencia de lo diminuto y sentimental, alejado de toda épica. No obstante, Samuel Isaac R. R. siempre ha abogado por significado disperso. Todo queda sometido a la interpretación. Esto último que acabo de comentar puede tratarse, no de una mentira, sino de una
incierta verdad.
Ustedes deciden.
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