Gonzalo Gragera nació en Sevilla en 1991. Escritor y lector. Autor de dos poemarios: Génesis (Ed. Jirones de Azul) y La vida y algo más (Ed. La Isla de Siltolá). Sus poemas han sido recogidos en la antología de poesía joven Nacer en otro tiempo (Ed. Renacimiento), y publicados en revistas como Quimera o Piedra del Molino. Actualmente, es colaborador en La Mañana de Cope Sevilla, Nueva Revista, el suplemento cultural Revista de Letras, el periódico digital The Objective y el semanario Ctxt.
Recientemente ha sido galardonado con el IX Premio de Poesía Joven RNE por su libro La suma que nos resta, de próxima aparición en la editorial Pre-Textos y del cual adelantamos estos tres poemas.
HABLAR CON PROPIEDAD
Caminas por la calle,
y es estrecha y sinuosa
como una cicatriz.
Pero no cicatriza:
porque no es una calle
y se llama memoria.
DAMA DE NOCHE
La noche como un peso inabarcable,
inmensa y decidida.
La ausente gravedad
dibuja los contornos
de acequias y parterres.
El mar es un adiós,
una mano distante,
despedida de espumas
y de sales amargas.
Lo observas, lo contemplas,
con las O de tus ojos;
los mares como muros
en donde tu memoria es la pintada
de jóvenes sin ecos.
La noche como un peso inagotable.
Y la dama de noche,
aquel olor perenne,
imitando el propósito
de estas horas oscuras:
sin espacio ni tiempo,
las ramas –o los brazos– de la madre
cuyo perfume evoca tus ayeres.
CALLE ANCHA
Sanlúcar de Barrameda, 2016
San Francisco, a lo lejos,
cuida del nido de las cigüeñas.
Colonias de siglos en las casas bajas
con un azul alto que las celebra.
Niñas burguesas la noche toman,
y en sus hombros, descubiertos,
tostados, de uvas y de carmín,
un faro, detective, apunta mi cuerpo.
El mar es un mantel esparcido
entre foráneos y turistas.
Y huele en las cocinas a fritura,
y huele a helados y a pizzas.
Doñana, como un dios de permiso,
sestea en el campo semántico
de los acentos, de los prodigios,
de las lenguas del milagro.
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1 comentario
Madre mía, que esto gane un premio de poesía joven! Si este pijito ya está decrépito antes de empezar!
Que cante una juventud arrollante, ya hemos escuchado demasiado a esta clase señoretes