Foto de Rosa Fernández Leal
Francisco Chamorro (Fregenal de la Sierra, Badajoz, 1993) es poeta y casi todo cuanto sabe lo aprendió trabajando de camarero, en las industrias cárnicas y en un viaje a India que duró casi 4 meses. En 2015, La Editora Regional de Extremadura le publicó un poemario del que ya no le gusta hablar ni recordar su nombre. Desde 2014, mantiene el proyecto Gran Chamorro en Facebook. Recientemente ha sido el ganador del XX Premio de Poesía Joven «Antonio Carvajal» con la obra Liberalismo político, libro del que reproducimos tres poemas.
EL CONSTRUCTIVISMO MORAL DE KANT
¿Dónde acaban todas esas cosas que olvidamos
en los hoteles? ¿Quién sabe si fueron nuestras?
Aceptar el olvido es fundar la pérdida.
No sé a quién hice abandonar, pero le pido perdón.
Me cuesta tanto terminar el té, pensar si aquí acaba.
No sé si puedo escapar de la estructura, de lo que es
y de mi capacidad para reconocerme en sus palabras.
Pero quién sabe de las noches que me declaré líquido
en fiestas y jolgorios sin saber que no tener forma es estar condenado a
cualquiera.
Ya me sentencian los cuerpos a la apariencia de un condenado,
ya escucho las terrazas recogerse y los vasos salir del lavavajillas.
Obedecí las órdenes y puse tres cubalibres:
1) J&B con 7Up
2) Larios con Coca-Cola
3) DIC con Fanta Naranja
y quedaron contentos, emocionados, sus ojos mientras extendían el dinero.
A todos los vi felices en fiestas y verbenas, escuché sus miserias,
retazos de cambiar, jirones espirituales, problemas de dinero,
problemas de todo tipo, sin solución todos, problemas ya de temporeros
problemas dignos del bebercio, de llevar tanto tiempo en tanta cosa,
sí, tal vez, tal vez nos apuntemos a yoga, aunar cuerpo, mente y respiración
no suena del todo mal para solucionar nuestros problemas dos tardes en
semana,
no suena del todo mal, cariño, buscaré alguna oferta, en Groupon debe haber
algo,
cómo te viene el jueves por la tarde, librarás al final, ya me dices, amor, ya me
cuentas.
EL PAPEL DE LAS CONCEPCIONES DE LA SOCIEDAD Y DE LA PERSONA
Los días que ando deprimido y con resaca, arrepintiéndome de lo que sea por lo que sea, suelo ir a pasear por el Mercadona más cercano a casa. En esos pasillos tan amplios, luminosos y limpios la desesperación parece diluirse. Hago fotos a los estantes de champú y leo con atención las ofertas.
Claudio Rodríguez afirmó una vez recordar que Don de la ebriedad lo escribió al ritmo del caminar por sus tierras de Castilla. Ahora pienso en qué obra maestra crearé paseando por las grandes superficies, del pasillo de las bebidas a la carnicería, de la sección de la limpieza a la perfumería.
LA OBJETIVIDAD, INDEPENDIENTE DEL PUNTO DE VISTA CAUSAL DEL CONOCIMIENTO
que a juerza de llanto m’entró la experiencia
Luis Chamizo, El miajón de los castuos
Me quiero morir en mi huerta.
Me quiero morir en Extremadura.
Me quiero morir con la tierra entre las manos.
Me quiero morir con el sacho por encima de la cabeza,
antes de que toque el surco,
antes de que descubra el sol.
Me quiero morir en mi propia justicia,
sin saber lo que es la nostalgia,
sin saber lo que necesité saber.
Mi cuerpo se lo puedes dar a los perros.
Soy de carne y hueso.
Me quiero morir solo.
No os quedéis a mi lado hasta el final.
No me quiero morir en la bañera de un todo incluido,
no me quiero morir en un ferry entre Motril y Melilla,
no me quiero morir en buffet libre en la costa de Marruecos,
no me quiero morir mientras me llama María, de Jazztel, porque tienen una oferta.
Me quiero morir en Fregenal de la Sierra.
Me quiero morir entre la linde y la gavia.
Me quiero morir entre el nogal y la recachera.
Mi muerte es mía.
No me digáis lo que tengo que hacer con ella.
Dejad mi cuerpo a la intemperie
que en su descomposición será abono y fertilidad.
Me quiero morir después de haber dejado el sacho en el agua.
No me quiero morir en mi cuerpo, me quiero morir en la tierra.
Oídme bien, no digáis después que no me habéis oído bien,
me quiero morir sobre la tierra en barbecho, solo, en mi huerta perdida.
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1 comentario
Un Ts Eliot cerquita de mi tierra…