El pasado 5 de Abril de 2018 nos dejaba el gran artista japonés y cofundador de Studio Ghibli, Isao Takahata, a los 82 años de edad. Nacido en la ciudad de Ise en 1935, estudió filología y literatura francesa en la universidad de Tokyo, pero su pasión por la ilustración no afloró hasta la visualización de la película de animación Le Roi et l’Oiseau —El rey y el ruiseñor— del director francés Paul Grimault, que recrea el cuento de Andersen, publicado en 1894, La pastora y el deshollinado. Desde ese momento encontró el marco donde desarrollar su arte y expresar todo aquello que quería compartir con el mundo.
Con mis historias trato de animar a la gente a que vivan sus vidas de la forma más intensa posible, que sean la mejor versión de sí mismos y no se dejen distraer por bagatelas como el dinero o el prestigio…Un día nos vamos a morir y debemos aprovechar al máximo nuestro tiempo, y allanar el camino para aquellos que vendrán después de nosotros.
Así lo comentaba en una entrevista que se realizó en 2016 antes de la presentación de la que sería su última obra como director, El cuento de la princesa Kaguya, basada en el cuento popular japonés del siglo X El cortador de Bambú. Fue estrenada en España el 18 de marzo de 2016 tres años después de su debut en el país del sol naciente. Tras una infancia marcada por la guerra y la postguerra en Japón, Takahata decidió mostrar en sus obras la superación del espíritu humano ante la adversidad que se puede presentar en este mundo y el saber disfrutar de cada momento con total plenitud.
Comenzó en el mundo de la animación como ayudante de dirección con la productora Toei animation, donde le dejaron dirigir algunos capítulos sueltos de Ket Pepito, el niño lobo y terminó dirigiendo su primera película Taiyou no Ouji Horusu no Daibouken, estrenada en España como La princesa encantada en 1968. Pero su fama internacional no llegó hasta la la creación de dos de sus grandes obras. Gracias a su amigo Hayao Miyazaki, cofundador de Studio Ghibli y uno de los directores de animación más reconocidos en la actualidad, entró en la actual productora de animación Nippon animation donde en 1974 estrenó Heidi, la niña de los Alpes, inspirada en el cuento homónimo de la escritora Johanna Spyri, cosechando un éxito mundial. Dos años después estrenaba el anime Marco, obra basada en el relato Marco, de los Apeninos a los Andes de Edmondo de Amicis. Ambas series de televisión cautivaron a todos los jóvenes de aquella época —y posteriores—; llevándolos a experimentar un tapiz de sentimientos, expectantes ante el destino de los protagonistas en ambas historias.
Tras este éxito produjo Nausicaä del Valle del Viento en 1984, cuya dirección corrió a cargo de Miyazaki. Junto a este, años después, se embarcó en el proyecto de crear su propia productora de animación, regalando al cine el mundialmente conocido estudio Ghibli, nombre basado en un viento del desierto que sopla en Libia. Produjo la primera película de este estudio, El castillo en el cielo en 1986, entre otras; pero también trabajó como director en cinco películas dentro del mismo estudio: La tumba de las luciérnagas (1988), Recuerdos del ayer (1991), Pompoko (1994), Mis vecinos los Yamada (1999) y El cuento de la princesa Kaguya (2013). Según la cultura anime, Isao no era exactamente un mangaka, no se dedicaba al dibujo de las obras en sí, trabajaba como productor, director y guionista; no obstante, debido a su forma de entregarse a su pasión ha dejado su huella en el mundo de la animación. Todas sus películas están más apartadas del género fantástico que caracteriza, por lo general, a este estudio. Sus personajes están dotados de sentimientos e ideales, enmarcados en historias emocionantes, con las que resulta fácil empatizar al espectador:
Estoy convencido de que la animación es la mejor manera de mostrar lo real. Con tomas reales, no podemos mostrar la realidad objetivamente, porque necesariamente hay una reconstrucción, a pesar de las apariencias. El dibujo animado, que no busca esconderse de una interpretación artística, puede comprometerse a mostrar lo real.
Ello lo expuso en una entrevista en 1999, hecho que demostraba a través de sus obras, capturando en sus largometrajes y series la sencillez y la complejidad de la vida. En este sentido, cabe destacar la película La Tumba de las Luciérnagas —Hotaru no Haka— reconocida como su obra maestra. La cual fue estrenada en 1988 en Japón, pero no llegó a España hasta finales de 2003. Este filme de género dramático y bélico, basado en la novela del mismo nombre y autobiográfica de Akiyuki Nosaka, muestra la lucha por la supervivencia de dos hermanos, Seita y Setsuko, que tras la muerte de sus padres intentan seguir hacia adelante en una ciudad arrasada por la guerra. Takahana consigue mostrar, bajo la premisa que comentaba anteriormente, a través de una animación lo más real posible, los distintos aspectos de la guerra: la crueldad del ser humano y su desgana por asuntos que no son los suyos propios, la destrucción en todos sus aspectos.
Sin embargo, lejos de considerarse un relato antibelicista —pues así lo concibió su director—, esta película muestra un lado positivo dentro del caos humano: el amor fraternal y la lucha por la vida; el canto a la juventud. Seita, el hermano mayor, está pendiente de su hermana pequeña de 4 años, a quien cuida y anima en los duros momentos de la situación. Lucha para que la inocencia de Setsuko no se resquebraje en mil pedazos.
Pero yo siempre me he considerado un epicúreo. Me bastan placeres pequeños, un solo rayo de sol mañanero, para encontrar alegría y felicidad.»
La mayoría de historias de Isao Takahata son adaptaciones de otras historias, a las que les incluye su toque personal, la simplicidad de la felicidad, el sobreponerse a la adversidad o el amor por la naturaleza; valores que ha sabido predicar con el mejor ejemplo, que es su vida, y sobre todo que ha podido mostrar al mundo gracias a su talento y exquisita sensibilidad.
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